El paradigma laboral anterior era, VENDER TU LIBERTAD A CAMBIO DE SEGURIDAD, pero ya no existe, pasó a la historia.
“Hemos entrado en un nuevo paradigma de relaciones entre empresas y profesionales en el que la unidad fundamental de la nueva economía no es la empresa, sino el individuo. Las tareas no las asigna y controla una cadena estable de dirección, sino que las llevan a cabo, de manera autónoma, personas independientes.
Estos profesionales, electrónicamente conectados, se agrupan en redes fluidas y temporales para producir y vender bienes y servicios. Cuando finaliza el trabajo, la red se desmantela y sus miembros vuelven a ser agentes independientes que circulan por la economía en busca del siguiente encargo“.
Esta afirmación fue realizada por Thomas Malone y Robert Laubacher en su artículo <<The dawn of the e-lance economy>> publicado en la HARVARD BUSINESS REVIEW en Septiembre de 1998. Mucho ha llovido desde entonces, pero no podían estar más acertados.
La compleja situación de crisis que estamos sufriendo (sea de valores, económica, política,…), la incertidumbre que generan la inestabilidad y los radicales cambios a todos los niveles y el rápido desarrollo de tecnologías colaborativas, han llevado a una completa ruptura del paradigma empresarial, tal y como lo conocíamos hasta ahora. En este contexto, hemos pasado del poder jerárquico al poder de valor añadido, lo que implica que las empresas dejen de pensar en contratar empleados (no los necesitan) y se orienten a colaborar con profesionales externos que aporten dicho valor añadido desde fuera y de forma mucho más flexible.
Profesionales de alto valor, mucho más accesibles, que trabajen en un tiempo determinado, para proyectos específicos y a cambio de una retribución basada en el valor, no en la presencia física de una persona en su puesto de trabajo.
En paralelo, las personas están viviendo un proceso de “miedo escénico” en el que entienden la necesidad de reinventarse profesionalmente para convertir su experiencia en “algo” vendible, lo que les obliga a trabajar su marca personal con el objetivo de aportar un valor útil, configurarse como personas confiables y poseer cierta visibilidad, y, de ese modo, cambiar el paradigma de empleado por el de dicho profesional “interdependiente”.
Con estructuras cada vez más planas, colaborativas y basadas en el valor añadido, más que en la jerarquía, la pregunta es: ¿Se puede seguir manteniendo el mismo esquema profesional que hace tan sólo unos meses?.
La respuesta es sencillamente: NO
Se necesitan profesionales capaces de convertir en un “producto / servicio” tangible su experiencia y know how acumulado a lo largo de años en su puesto de trabajo. Profesionales visibles y fiables.
Profesionales independientes que al final lo que va a contar es su marca personal.
¿Volvemos a la seguridad en el empleo?
Es curioso que esta incertidumbre que genera este nuevo escenario, en realidad, no tenga nada de nueva. Mucho antes del advenimiento de la Gran Empresa, antes de la aparición de la Seguridad Social o del Seguro por Desempleo, hace algún tiempo, el funcionamiento de la Economía a lo largo de la Historia de la Humanidad se basaba en artesanos que desempeñaban un Oficio (destreza comercializable), eran Distinguidos por lo que hacían (eran memorables y estaban identificados) y poseían una gran Capacidad de relación social (contaban con un apoyo “colegial” o “gremial” activo).
De ese modo, volvemos a una seguridad tan vieja como la del herrero del Nuevo Mundo. Se trata de ser tan realmente bueno, meticuloso y responsable en lo que haces (asegurándote de que eso necesita hacerse) que el mundo abre un camino, a la velocidad de la luz, hasta tu ordenador personal.
Una diferencia esencial es que, en teoría, y en algunos casos, el artesano del pasado tenía una zona de influencia determinada y apegada al terreno físico y el artesano del presente tiene un campo de juego tan grande como el mundo. Es ahí donde aparece la necesidad de ser visible por encima de otros artesanos.
Sin embargo en otros muchos casos la zona de influencia vuelve a estar determinada por el espacio físico circundante y eso obliga a conocer perfectamente el medio en el que uno se desenvuelve.
La paradoja del trabajo “manual-tecnológico”
Y es, en este contexto, en el que se presenta una gran paradoja: mientras, en la actualidad, el trabajo manual ha perdido valor y la tecnología sustituye a la persona en el puesto de trabajo, debemos diferenciarnos poniendo el foco en ser más “Artesano + Autor + Original” con la tecnología como plataforma de desarrollo y de expansión.
Curioso, ¿verdad? Un trabajo más artesanal y singular que necesita de la tecnología como plataforma en entornos en los que la tecnología no pueda sustituirte.
Sea como fuere, tenemos que volver a trabajar como artesan@s de siglos pasados, pero con herramientas del presente, aportando un valor diferencial, singular, y teniendo presencia visible para aquellos a los que nos dirigimos.
Todo un nuevo mundo de posibilidades que se abren para las mentes curiosas.